Páginas

miércoles, 22 de mayo de 2013


Heroínas en tiempos oscuros

No puedo decir que la conozco. Tiene la edad indefinida de las mujeres que han trabajado mucho y no han tenido demasiado tiempo ni recursos para cuidarse. Lo que si tiene y fácil es la sonrisa, una que le borra los surcos profundos al costado de la boca.

Compartí con ella un almuerzo de trabajo en el que me contó que vive en el corazón de La Matanza y que todos los días de la semana le da la leche a 45 chicos que van a su casa porque en las suyas no tienen nada que comer. Cuando le pregunto cómo se las arregla me dice que le concedieron un microcrédito para comprar un horno para pizzas. Durante el fin de semana recibe encargos y con lo que gana de la venta de las mismas le alcanza para solventar los gastos de la merienda. Cuenta esto con la mayor naturalidad, como si además me estuviera diciendo, “los niños son de todos y los adultos debemos ocuparnos que prosperen”. Ni más ni menos

Cuando me despido de ella me llena una profunda alegría: voy a tener el honor de trabajar con ella y con otras veinte mujeres que se dedican a lo mismo, a sostener a otros en tiempos difíciles. Qué suerte que tengo de poder compartir su sabiduría y que pena infinita me da saber que el trabajo  de tantas mujeres y hombres es indispensable para que otros no mueran de hambre.

3 comentarios: