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jueves, 8 de agosto de 2013


Las invito a leer la nota que escribí para la Revista Sophia, edición de agosto. Esto es lo que pienso de las redes que las mujeres tejemos y que nos tejen. 


Ninguna  mujer  está  sola


Hay mujeres que valoran lo femenino y hay mujeres que en el fondo o en la superficie lo consideran inferior a lo masculino. No es algo que elijan hacer, es algo que sienten porque o bien fueron educadas para que pensaran de esa forma, o a través de sus vivencias llegaron a esa dolorosa conclusión. 

Toda mujer, lo sepa o no, lo valore o no,  teje y es tejida en una red  femenina que ayuda a construir y que también la sostiene. Esto viene sucediendo desde los tiempos más remotos en los que nos unimos para sobrevivir e imagino que seguirá sucediendo en la medida que sigamos siendo humanas.

Las mujeres tejemos relaciones afectivas, de trabajo, de asociación puntual muy próximas o no tanto,  dentro de nuestras familias, en espacios laborales, en los clubes que frecuentamos, en la clase de gimnasia, en el taller de arte al que vamos o incluso en la concina mientras preparamos la comida con la ayuda de otras o mientras tejemos juntas.

Sin embargo, existe una diferencia enorme, un salto cuántico entre una mujer que sabe que teje relaciones con otras mujeres y la que no lo sabe o no las valora. Cuando somos conscientes de que somos un punto dentro de una trama que nos soporta, sabemos que somos responsables de sostener ese tejido no sólo porque ese entramado  social y de afectos y relaciones nos sostiene, sino porque sin él, toda la trama sufre. Cuando una mujer sabe que integra una red femenina nunca está sola porque aún cuando así se sienta, siempre habrá alguna a la que acudir para pedir ayuda, consuelo o cobijo. Cuando una mujer sabe que integra una red femenina cuenta con la solidaridad y el apoyo que le da ese grupo de mujeres que actúa como plataforma de lanzamiento para su vida y para cualquier proyecto que quiera emprender. Estas mujeres se valoran por lo que se dan mutualmente  por lo que son. Son capaces de amar y respetar todo lo femenino y receptivo que hay en el mundo y de preservarlo como reservorio para tiempos difíciles. Y así prosperan.

Por el contrario, las mujeres que o bien no saben que integran un entramado de pares o no lo valoran, tampoco estarán jamás solas pero les faltará la confianza básica que tienen en lo femenino y en su poder. Es ese soporte incondicional el que pude ofrecer una mujer a otra cuando el mundo, por algún motivo,  se lo niega o no puede dárselo. Por eso, una mujer nunca está sola pero elige de qué manera participa de la red que la contiene.

2 comentarios:

  1. Querida Marilen!
    Me registré en tu blog para agradecerte este artículo y siento que voy a encontrar mucho más en él.
    Siento que has podido expresar una verdad en una forma muy amena y real o mejor decir concreta para que todos entendamos nuestra manera de ser en esta vida y en este mundo que cocreamos.
    Que hermosos es amarnos y vivir tejindo el entramado de la vida una y común a todos a través de los lazos de amor que nos comunican a los unos con los otros.
    Cada mujer, cada hombre, cada ser es responsablede su partecita del tejido de su cuadradito la Vida es el Gran Telar que nos unifica. Bendiciones a Todos!

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    1. Gracias a vos Noemí, por sumarte amorosamente a este tejido que nos sostiene. Abrazos!

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