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lunes, 25 de febrero de 2013



 
Komana también es argentina
Por Marilen Stengel*

Rebelle, la extraordinaria película del franco – candiense Kim Nguyen  no ganó ayer el Oscar a la mejor película extranjera, pero sí ganó la atención mundial por la pavorosa historia que narra en un lugar no identificado de África.
Komana, la protagonista, interpretada extraordinariamente por Rachel Mwanza, ganadora del premio a la mejor actriz en el festival de Berlín 2012,  es la historia de una niña de 12 años que es raptada de su pueblo por un grupo guerrillero para convertirla en soldado. El espectador acompaña a Komana durante los dos años que dura su esclavitud dentro de ese ejército que usa a los niños como carne de cañón y como objetos sexuales. La protagonista cuenta su historia porque quiere explicarle al hijo que dará a luz, los acontecimientos que han llevado a su nacimiento.

La narración de Nguyen no ofrece ni golpes bajos ni salidas fáciles, porque aunque quisiéramos quedarnos con una historia que ocurre en un país exótico que nada tiene que ver con nosotros, la realidad que nos muestra palpita, dolorosa, en cada rincón de la tierra aunque  bajo formas diferentes y propias. En la Argentina, por ejemplo, no existen los niños soldados pero si otras mil formas bajo las que aparecen la desprotección y la explotación  infantil. Vemos niños que piden en las estaciones de trenes, que venden mercaderías, que ofrecen espectáculos “express” en los medios de transporte a cambio de una moneda, que recogen basura, juntan latas... Estos niños son enviados por adultos a “hacer la calle” y muchos de ellos son golpeados si no vuelven con una cuota de dinero que esos mismos adultos estipularon. Missing Children, una ONG que funciona en el país desde fines de 1999 y cuya misión es Ayudar a las familias a encontrar a sus chicos perdidos”, indica que el 29 por ciento de los niños que desaparecen/escapan de sus hogares es a causa de conflictos familiares.  Mientras todo esto sucede, nos vamos acostumbrando a que haya tal cantidad de niños pidiendo, vendiendo o “actuando” que acabamos por no verlos. Es el desentendimiento adulto y la orfandad funcional lo que obliga a los niños a perder lo más valioso que tienen, su infancia y con ella el derecho a ser niños, a jugar, a ir a la escuela, a tener un futuro. Y cuando un niño comprende que no tiene futuro entiende a la vez que su vida no vale nada. Entonces vale todo: paco, delincuencia, prostitución. Pero en Argentina, no existen o no se publican las cifras que denuncian el trabajo infantil o su trata. Negar la realidad parece ser la estrategia elegida para minimizarla, pero el horror está aquí entre nosotros.  Sólo hay que salir a la calle dispuestos a ver. Y allí están, son cientos.

Komana la niña soldado de la historia de Rebelle, como muchos de los niños y niñas que trabajan y son explotados  en nuestro país es analfabeta, lo increíble es que la propia actriz también lo sea. Fue precisamente en el Festival de Berlín 2012 que le comentó al periodista español Carlos Loureida que una de las cosas que le gustaría hacer en el futuro es aprender a leer. No me parece causal su comentario. La escuela sigue siendo un lugar de recuperación de la infancia, de juego, de aprendizaje, de socialización, de amor y por lo tanto de refugio para los niños.  Sería una buena idea destinar algo de los 3500 millones de pesos que la Argentina no pagará a los bonistas y que engrosará el presupuesto 2013 para rescatar a los niños de la calle y para invertir en escuelas, tan desatendidas y desde hace tanto tiempo. Pero esto me parece tan imposible como ver a Komana feliz al final de su historia.