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jueves, 13 de junio de 2013

Un día feliz 


Durante mis  primeros seis años de primara fui una estudiante entre pésima y horrible. Las razones hoy no vienen a cuento. Sé que mis maestras se decían las unas a las otras a medida que pasaba de grado, “¿A que no sabés a quien tenés el año que viene?”. Y esa era yo. Ostentaba varios títulos y ninguno era glamoroso.

En mi defensa sólo puedo decir que hasta muy avanzada la escuela primaria, no encontré nada que me interesara salvo la lectura.  A partir de los 10 años me convertí en una adicta a los libros y todo gracias a La Marca De Grishka de Rene Guillot Iridium y a Gracia, que me regaló esa novela. Era una historia de un esquimal y un oso que luego de varios encuentros desafortunados se hacían amigos en medio de la tundra helada y peligrosa. El oso, si no me acuerdo mal, incluso le salvaba a Grishka la vida. Pero como en muchas de las mejores historias, el héroe, es decir el oso, muere y entonces yo vertí mis primeras lágrimas como lectora. Lloré porque había llegado a amar a ese oso grande y marrón y porque  Grishka se iba a quedar tan solo sin su amigo. Me costó encontrar otro libro con el que seguir mi vida como lectora y hoy en día, cuando estoy a punto de terminar un buen libro vuelvo a sentir la misma desazón: ¡voy a tener que abandonar ese universo tan fascinante!

Hoy se celebra el día del Escritor y de la Escritora por eso quería agradecer a mis maestras que me enseñaron a leer, a Gracia por Grishka y a todos los cientos de miles de escritores y escritoras que me regalan sus historias. Mi vida sin sus libros no sería ni la mitad de buena.