Ninguna mujer
está sola
Hay mujeres que valoran lo femenino y hay mujeres que en el fondo o en
la superficie lo consideran inferior a lo masculino. No es algo que
elijan hacer, es algo que sienten porque o bien fueron educadas para que
pensaran de esa forma, o a través de sus vivencias llegaron a esa dolorosa
conclusión.
Toda mujer, lo sepa o no, lo valore o no, teje y es tejida en
una red femenina que ayuda a construir y que también la sostiene. Esto
viene sucediendo desde los tiempos más remotos en los que nos unimos para
sobrevivir e imagino que seguirá sucediendo en la medida que sigamos siendo
humanas.
Las mujeres tejemos relaciones afectivas, de trabajo, de asociación
puntual muy próximas o no tanto, dentro de nuestras familias, en
espacios laborales, en los clubes que frecuentamos, en la clase de gimnasia, en
el taller de arte al que vamos o incluso en la cocina mientras preparamos la
comida con la ayuda de otras o mientras tejemos juntas.
Sin embargo, existe una diferencia enorme, un salto cuántico entre una
mujer que sabe que teje relaciones con otras mujeres y la que no lo sabe o no
las valora. Cuando somos conscientes de que somos un punto dentro de una
trama que nos soporta, sabemos que somos responsables de sostener ese tejido no
sólo porque ese entramado social y de afectos y relaciones nos
sostiene, sino porque sin él, toda la trama sufre. Cuando una mujer sabe
que integra una red femenina nunca está sola porque aún cuando así se sienta,
siempre habrá alguna a la que acudir para pedir ayuda, consuelo o cobijo. Cuando
una mujer sabe que integra una red femenina cuenta con la solidaridad y el
apoyo que le da ese grupo de mujeres que actúa como plataforma de lanzamiento
para su vida y para cualquier proyecto que quiera emprender. Estas mujeres se
valoran por lo que se dan mutuamente por lo que son. Son capaces de
amar y respetar todo lo femenino y receptivo que hay en el mundo y de
preservarlo como reservorio para tiempos difíciles. Y así prosperan.
Por el contrario, las mujeres que o bien no saben que integran un
entramado de pares o no lo valoran, tampoco estarán jamás solas pero les
faltará la confianza básica que tienen en lo femenino y en su poder. Es
ese soporte incondicional el que pude ofrecer una mujer a otra cuando el mundo,
por algún motivo, se lo niega o no puede dárselo. Por eso, una mujer
nunca está sola pero elige de qué manera participa de la red que la contiene.
Nota publicada en la Revista Sohpia
Nota publicada en la Revista Sohpia