Diario Perfil 6/2/en conmemoración 8
de marzo, Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz
Internacional.
¿Dónde
están las mujeres imprescindibles?
Por
Marilén Stengel*
Las mujeres que marcan
una diferencia están en todos lados. Son madres o no, trabajan dentro de
sus casas, afuera o en ambos espacios. Son emprendedoras, empleadas, voluntarias,
empresarias, artistas, políticas, hacen leyes, aplican la justicia, cuidan,
educan … y la mayoría de las veces, más de una cosa a la vez.
Las mujeres que importan son, en mi opinión, aquellas
que comprendieron que con la presencia
femenina no es suficiente. Son aquellas que hace rato entendieron que si bien
“el cupo” es importante para comenzar a nivelar la participación de las mujeres
en la política y que estar sentadas en las mesas en las que se toman decisiones
en las organizaciones es indispensable, no alcanza. Presencia sin influencia no cambia
el mundo como necesita hacerlo.
Las personas que vivimos sobre este verde y hermoso
planeta necesitamos repensar qué y cuanto consumimos, cómo se invierte el
dinero público, cómo evitar las guerras, minimizar los niveles actuales de
pobreza, cómo combatir la marginación, la explotación y la trata de personas,
los índices dolorosos de violencia contra niños y mujeres para que “ni una
menos” deje de ser una quimera. Necesitamos generar una cultura de respeto por todo
lo que vive, los animales y las plantas, con quienes compartimos el espacio
tienen el mismo derecho a existir que nosotros. Y mucho de lo que estamos
haciendo no sólo conspira contra ellos abiertamente sino también contra nuestra
propia supervivencia como especie. De hecho las dos potencias responsables de
la mayor emisión de los seis gases que generan el efecto invernadero y que
causan el calentamiento global (dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), y los otros tres son gases
industriales fluorados: hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de
azufre (SF6)), siguen rechazando firmar el protocolo de Kyoto
a pesar de haberse visto “forzados” a comenzar a mostrar signos de “ buena
voluntad”. Lo cierto es que el mundo tal y cómo está sencillamente no es
sustentable. Por eso, que más mujeres lleguen a espacios públicos y de poder es
importante, pero más importante es qué tipo
de mujer llega. Si la que llega lo hace para cumplir con una ambición exclusivamente
personal y deja sin cuestionar las decisiones que se tomaron y que nos han
traído a nivel nacional y global a la realidad actual, ¿por qué sería relevante
que ella ocupara ese lugar? Las mujeres de influencia
son las indispensables porque saben que este es el reto, este es el desafío.
Hacer algo diferente para que la realidad cambie. Y generar masa crítica para
llevarlo adelante. ¿Es mucho pedir de nosotras? Tal vez. Porque también es
cierto que todavía hoy una mujer no vale lo mismo que un varón, no sólo porque
se le llega a pagar hasta un treinta por ciento menos por igual trabajo y con
la misma calificación que a un hombre, sino porque lo que es considerado
“tradicionalmente femenino”- el cuidado, la ternura, el diálogo, la
horizontalidad, la negociación, etc-, sigue estando subvaluado. Pero, a la vez,
es precisamente en esta conciencia donde anida la fortaleza. El machismo no es
sólo una cuestión de hombres, también de mujeres. Las que importan, las que
influyen saben esto y enseñan, trabajan y muestran una manera de hacer diferente.
Este año se cumplen treinta y nueve años desde que la
Asamblea General de la ONU proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional por
los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Hoy más que nunca, con
Christine Lagarde como directora del FMI, Janet Yellen como Directora del
Sistema de Reserva Federal de Estados Unidos (FED), con 18 mujeres presidentes
en el mundo, la pregunta que aparece con más fuerza es, ¿cómo vamos a cambiar presencia por influencia?