Heroínas en tiempos oscuros
No puedo
decir que la conozco. Tiene la edad indefinida de las mujeres que han trabajado
mucho y no han tenido demasiado tiempo ni recursos para cuidarse. Lo que si
tiene y fácil es la sonrisa, una que le borra los surcos profundos al costado
de la boca.
Compartí
con ella un almuerzo de trabajo en el que me contó que vive en el corazón de La
Matanza y que todos los días de la semana le da la leche a 45 chicos que van a
su casa porque en las suyas no tienen nada que comer. Cuando le pregunto cómo
se las arregla me dice que le concedieron un microcrédito para comprar un horno
para pizzas. Durante el fin de semana recibe encargos y con lo que gana de la
venta de las mismas le alcanza para solventar los gastos de la merienda. Cuenta esto con
la mayor naturalidad, como si además me estuviera diciendo, “los niños son de
todos y los adultos debemos ocuparnos que prosperen”. Ni más ni menos
Cuando me
despido de ella me llena una profunda alegría: voy a tener el honor de trabajar
con ella y con otras veinte mujeres que se dedican a lo mismo, a sostener a
otros en tiempos difíciles. Qué suerte que tengo de poder compartir su
sabiduría y que pena infinita me da saber que el trabajo de tantas
mujeres y hombres es indispensable para que otros no mueran de hambre.
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Eliminaren donde es esto?
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