La nota que sigue fue publicada en la Revista Sophia de este mes de mayo. ¡Ojalá les guste!
Mujeres
Bonsai
Las mujeres bonsái existen desde siempre y son el
resultado del modelado y del adiestramiento que han recibido, a fin de reducir
sus aspectos “indeseables” mediante técnicas diversas, como la crítica, la poda
de aspectos “nocivos”, el alambrado de su mente y de sus emociones, entre otras.
Así se adapta su carácter a la medida de los deseos de sus padres, de su pareja
o de la sociedad en la que viven.
Hay dos grandes tipos de mujeres bonsái, las adorables y las perras. Las adorables
son aquellas que a fuerza de poda y recorte de sus pasiones, iniciativas,
criterio propio e idiosincrasia acaban siendo dóciles, sumisas, sin capacidad
para poner límites reales (un par de gritos no cuentan) y ni hablar de
posibilidades de rebelión. Este grupo es adorable para sus padres, su pareja y para
una parte de la sociedad porque representa el “ideal” de la mujer que cumple a
la perfección todos y cada uno de los roles tradicionales. Con este tipo de
mujer bonsái, los hombres más
conservadores son felices toda su vida. Nunca un sí ni un no, será siempre “lo
que vos quieras, querido”. Y aunque pareciera
que en la actualidad quedan pocas de ellas, todavía hoy florecen dolorosamente.
Las perras, en
cambio, no parecen, a primera vista, mujeres bonsái, porque irrumpen haciendo y
diciendo lo que quieren, pero esto no es cierto. Es el tipo de mujer que
comprendió muy temprano en su vida que las mujeres usualmente pierden u
obtienen menos que los hombres porque en esta sociedad lo femenino sigue
estando devaluado en los campos que de veras cuentan (economía, política,
negocios, organizaciones). Entonces, para escapar de esa sensación de
“minusvalía” se masculinizan, usan el lenguaje rudo y soez de los machos (no de
los varones, quienes aman a las mujeres y respetan lo femenino), asimilan su
manera de mirar el mundo al paradigma masculino más rígido y recalcitrante,
desprecian lo suave de lo femenino y hacen los chistes más despectivos que
pueden contarse respecto de las propias mujeres. Estas mujeres bonsái son
populares y se las admira porque supuestamente han salido de la “cárcel” que supone
lo femenino. Descollan en los medios audiovisuales, en la farándula, en muchos
escenarios y prácticas deportivas y también en algunos espacios políticos y
empresariales.
Sin embargo, lo que estas mujeres bonsái no terminan de
entender, es que aún cuando se travistan, se disfracen y se oculten detrás de
ropas que no le pertenecen, siguen siendo mujeres y los machos (no los varones,
no hay que confundirlos) siempre las verán como tales. Las perras viven la triple tragedia de no ser ni reconocidas por sus
pares mujeres, a quienes desprecian secreta y abiertamente, ni tampoco por muchos
hombres, quienes ven en ellas figuras patéticas intentando ser lo que jamás
podrán ser (es decir, pares de los machos), ni por los varones, que podrían
amarlas como mujeres, pero que rechazan su masculinización y dureza.
Las mujeres bonsái tienen una vida difícil, ya sean adorables o perras, por eso, si alguna vez te podaron, o te injertaron ideas y
paradigmas que no te hacen feliz y no tienen
que ver con quien sos o queres ser, siempre tenés la posibilidad de dejarte
crecer esos brotes no queridos por otros y que te convierten en ese árbol
hermoso y poderoso que sos. Porque para una mujer bonsái no hay nada mejor que
volver a tener el tamaño, la fuerza y los sueños que debería haber tenido desde
el principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario