Páginas

jueves, 1 de agosto de 2013

Los invito a leer la introducción de mi nuevo libro y ojalá que la disfruten.


AHORA YO. Ser mujer, tener 40 y elegir tu vida 

Introducción: Llegar a los 40. ¡Llegar a los 40!


¿Estás por cumplir 40 o ya los cumpliste? Si los estás por cumplir, ¿tenés alguna sensación o pensamiento en particular al respecto? Es decir, ¿estás contenta, triste, deprimida o no sabés?

Y si ya los cumpliste, ¿qué es lo primero que te pasó por la mente y por el corazón ni bien abriste los ojos el día en el que el calendario marcaba cuarenta?

Yo me desperté ese 25 de mayo temprano a la mañana y me dije: “Ahora sí, ya los tengo”. Me quedé un rato remoloneando en la cama y me acordé de la nena de diez años que fui una vez y que calculaba qué año sería cuando cumpliera la inimaginable cifra de cuarenta. Cada vez que hacía la cuenta (con la ayuda infaltable de mis dedos), llegaba a la misma conclusión, los cumpliría en pleno siglo XXI. Para esa que fui, si llegaba a vivir semejante cantidad de años,  me habría convertido en una suerte de gliptodonte funcional. Treinta años después de haber hecho ese cálculo por primera vez, no me sentía en absoluto un animal prehistórico. De hecho, me sentía bastante bien.

“Todo es punto de vista”, me dije, y con alegría me puse las pantuflas y me fui al comedor. Al abrir la puerta encontré a  mi marido que, con cara de almohada, me esperaba con una tortita en las manos. Cuando vi las velitas con forma de número pensé, “qué detalle”. Las velas de números nos ahorran, entre otras cosas, el bochorno del incendio del merengue y/o el derrame de cera sobre  la torta mientras pensamos los deseos que vamos a pedir para ese año y/o década. Sin duda, un invento galante y práctico… Así fue como soplé mis velas, pedí mis deseos y entré, en esta década que implica todo un desafío y una oportunidad. De hecho, al  poco tiempo de estrenar mis cuarenta,  me quedó claro,  muy claro, que cumplir cuarenta no tenía nada, ni remotamente que ver con cumplir treinta.

A casi diez años de haber escrito Lo quiero todo y lo quiero ya. Mujeres de 30, la década que te cambia la vida, y estando a punto de caerme de esta década  puedo decir que los cuarenta no tienen ni la urgencia ni la ebullición que, por lo general, los treinta traen a la vida de la mayoría de las mujeres. Sucede que durante los treinta vivimos con la apremiante fantasía de que todo lo que no logremos durante esos diez años, ya jamás será logrado. Por eso, salimos en tropel y a toda la velocidad de la que somos capaces a cumplir los mandatos (aquello que la sociedad espera de nosotras y que cada una decide o no aceptar cumplir), es decir: a casarnos o a vivir en pareja, a tener hijos o elegir no tenerlos (esta es una elección aceptable desde hace muy poco tiempo), a recibirnos como profesionales si no lo hicimos antes o a iniciar una carrera, a trabajar, a destacarnos en lo que hacemos, a buscar un lugar en el mundo que nos guste y nos exprese… Y para todo eso creemos que contamos con tan solo diez preciosos años. Recordar la ansiedad y la urgencia de los treinta  me genera ternura y me cansa, en las mismas proporciones.

Pero los cuarenta son, definitivamente, otra cosa. Es una década intensa porque son años de extraordinaria transformación interna y externa. Son años en los que como ya cumplimos con lo que teníamos que hacer, es el momento en que podemos elegir lo qué queremos. Es, desde mi punto de vista, la década de las elecciones. Entonces tenemos la posibilidad de decir, casi sin culpa,  ¡ahora me toca a mí! Por eso, surgen interrogantes tales como:


  • ¿Sigo queriendo dedicarme a eso que me dedico desde que terminé la                     facultad?
  • ¿Cómo quiero trabajar ahora? ¿Con qué intensidad, de qué manera?
  • ¿Quiero cambiar de actividad o estudiar por primera vez? ¿A qué quiero                  dedicarme  ahora?
  • ¿Sigo eligiendo al hombre con el que esto
  • ¿Mis amigas y amigos siguen siendo los mismos o hay algunos con los                  que ya no  quiero compartir mi camino?
  • ¿Cuál es la relación que tengo con  mi cuerpo, este cuerpo que está                          cambiando tanto?
  • ¿En qué dirección quiero desarrollarme?
  • ¿Qué quiero dejarle al mundo de regalo?

Esas preguntas pueden surgir en nosotras ahora porque a lo largo de los años, si hemos tenido un mínimo de contacto con quienes somos en profundidad, habremos desarrollado un eje, un sostén interno, que hace posible que podamos encarar este tipo de cuestionamientos internos. Tenemos la fortaleza para enfrentar estas preguntas esenciales sin zozobrar en el intento. Es en esta segunda mitad de la vida que podemos decidir acerca de cuestiones que tienen que ver con qué dirección queremos darle a nuestra vida a partir de ahora y qué tipo de mujer queremos ser.

Y la respuesta requiere de valor, pasión y de trabajo hacia adentro porque este es un tiempo para volver a optar, es una oportunidad para decidir nuevamente la orientación que le daremos a esta segunda etapa de nuestras vidas. Es, entonces, un momento serio y mágico a la vez. Es el momento en el que me digo y le digo al mundo: ¡Vuelvo a elegir  y esto es lo que quiero! Pero ¿qué es lo que quiero? ¿Cómo reconocer lo que quiero después de haber vivido tanto tiempo en función de la familia y los chicos, de mi marido, de mi trabajo, de mis obligaciones? ¿Cómo voy a encontrar el hilo de mi misma, de mi vocación nueva o antigua que puja por tener ahora un espacio si no puedo siquiera reconocerla? ¿Voy a darme el permiso para buscar y hacer un cambio si lo deseo? ¿Voy a animarme o me va a ganar lo seguro, lo que conozco, en resumen, la resistencia a lo  nuevo?

Lo cierto es que durante los cuarenta la opción aparece con fuerza, o mejor dicho, los cuarenta son la década en la que se me presenta la extraordinaria oportunidad de elegir nuevamente. Incluso de elegirme. De comenzar a reconocer y aceptar aspectos de mi misma que antes me eran imposibles de considerar como propios y de iniciar lo que Carl Gustav Jung (1875-1961, médico psiquiatra y terapeuta suizo), llamaba el camino de la individuación (de integración). El proceso ocurre precisamente en este momento de nuestras vidas, si nos lo permitimos. De hecho nos regala la dichosa posibilidad de aceptar como propios todos los aspectos que nos conforman; y, por lo tanto, abre nuestros horizontes de posibilidades a la hora de optar por un camino diferente al que habíamos tomado hasta entonces. La oportunidad  es real y la aprovechemos o no, nuestra decisión va a tener consecuencias. Si me animo a seguir una vocación antigua y no explorada o que acaba de surgir, si cuestiono la forma en la que hago lo que siempre hice, si puedo hacerle un lugar a mi pasión, mi deseo, mi necesidad de exploración y expresión, entonces me habré dirigido en una dirección. Si no me atrevo a mirar nada de lo nuevo que se abre ante mí, la historia que habré aceptado para mí misma será otra y bien distinta. Lo importante es ser conciente de que soy responsable de lo que haga con esta alternativa que me regala la vida en esta etapa. Porque también es posible que puesta a elegir, vuelva a escoger al mismo hombre con el que ya tengo una relación, la misma profesión y/o trabajo, los mismos amigos. Porque lo que cuenta es que haya tenido la posibilidad de elegir, que haya  podido cuestionar lo cotidiano y volver a optar.  Por otra parte, si no hago nada de esto, no habrá nadie ante quien podré quejarme por no haberme escuchado. Ante esta instancia estamos solas y está bien que así sea.

Sin embargo, no tenemos por qué hacer este camino solas. Lo que te ofrezco es iniciar juntas el recorrido de estos años de aprendizaje y descubrimientos que tienen que ver con todo lo nuevo, estimulante y transformador que tiene esta década,  desde que cumplimos cuarenta hasta que llegamos a los cincuenta. Propongo acompañarte con mi experiencia y con la de todas las mujeres con las que te encontrarás en estas páginas. Cada una tiene su historia y por lo tanto una voz, un recorrido, una forma de mirar su elección que comparte, generosa, con todas las que están o bien iniciando o transitando esta década que nos plantea la oportunidad de volver a elegir la vida que queremos llevar. Son diez años y parecen mucho tiempo, pero si estás por cumplir cuarenta o ya los tenés, sabés lo rápido que pasan. El camino es emocionante, ¿te sumás?


2 comentarios:

  1. Lei de adelante para atras!! y de atras para adelante!! este libro....como si lo sacudiera bien para que no quede nada adentro!!jaja...Exelente para repensar cada nueva etapa!!! Cuando me haga un tiempo, publico un par de blogs con partes del contenido....asi se divulga entre lectores y no tanto!!!Simplemente GRACIAS MARILEN!!!!

    ResponderEliminar
  2. Male, muchas gracias a vos por estar ahi!
    Abrazo fuerte y seguimos caminando, Marilen

    ResponderEliminar